Tratamiento de la alergia a alimentos
Dra. Lydia Zapatero Remón
Médico especialista en Alergología. Servicio de Alergia del Hospital Materno-Infantil Gregorio Marañón, Madrid
La alergia a alimentos es un tema de
actualidad en los países occidentales, y, lo mismo que sucede con otras
enfermedades alérgicas, su prevalencia parece estar aumentando, de
manera que la población general percibe esta patología como un problema
de salud importante.
Según estudios recientes, se estima que la
alergia a alimentos afecta al 3,5% de la población general, y es mucho
más frecuente en los niños, oscilando entre el 7 y el 8%.
En 1992 se realizó en España un estudio epidemiológico multicéntrico denominado Alergológica 92,
patrocinado por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología
Clínica (SEAIC), en el que se registraron datos de más de cuatro mil
pacientes que acudían por primera vez al alergólogo. En este estudio se
recogió que un 3,6% de los pacientes presentaba sensibilización a algún
tipo de alimento. El mismo estudio, repetido unos años más tarde, Alergológica 2005,
mostró una prevalencia del 7,4%, es decir, que la alergia a alimentos,
en nuestro país, se había duplicado en poco más de una década.
Respecto al tipo de alimentos implicados, los
datos varían según el grupo de edad sometido a estudio, el área
geográfica y los hábitos alimenticios. En los niños, el huevo y la leche
de vaca son los alimentos implicados con mayor frecuencia en todas esas
investigaciones, en especial en los menores de 5 años. Ésta disminuye
con la edad, lo que refleja el desarrollo de tolerancia a estos
alimentos. Aparece también en los dos primeros años de vida la alergia
al pescado, que es más persistente y por tanto permanece en niños
mayores y en los adultos. La alergia a frutas y frutos secos es más
habitual a partir de la adolescencia, y son los alimentos que producen
más reacciones alérgicas en la población adulta. Aunque en las consultas
de alergia infantil se ha observado, en los últimos años, que la
alergia a frutos secos se manifiesta cada vez a edades más tempranas y
con clínica grave.
Según el estudio Alergológica 2005,
las frutas son el primer alimento causante de alergia en nuestro país,
seguido de los frutos secos, los mariscos y los pescados. En Europa, al
igual que en España, los principales alimentos son las frutas, aunque
éstas varían según los países. En Estados Unidos, los alimentos más
frecuentemente implicados en alergias en los adultos son el cacahuete y
los frutos secos, pescados y mariscos.
Desde que, en 1936, Grulee y Sanford publicaron en la prestigiosa revista Journal of Pediatrics
que las dietas de exclusión (evitar un determinado alimento de la
dieta) durante la lactancia podrían prevenir la atopia y la alergia a
alimentos, los alergólogos han debatido si este tipo de alergia puede
prevenirse.

Una vez que el diagnóstico de alergia a un
alimento ha sido realizado, el tratamiento indicado es la eliminación de
dicho alimento de la dieta. (Créditos, F. 107)
La eliminación, por parte de la madre, de los
alimentos más alergénicos (los que producen alergia con más frecuencia),
como la leche, el huevo y los frutos secos, durante el tercer trimestre
del embarazo y la lactancia, y el retraso en la introducción de
alimentos de alto riesgo en el niño, se han propuesto como medidas
potenciales para evitar la alergia.
Aunque alguna publicación ha evidenciado una
menor prevalencia de dermatitis atópica y alergia a la leche de vaca en
el grupo de niños cuyas madres realizaron dietas de eliminación, con
respecto a un grupo de control, otras investigaciones sugieren que la
evitación de los alimentos simplemente pospone el desarrollo de la
enfermedad, pero no la evita.
Es cierto que en la pasada década se han
recomendado estas dietas de evitación en niños de alto riesgo y, sin
embargo, la alergia a alimentos ha aumentado en los países
industrializados; de ahí que los consensos internacionales actuales no
recomienden intervenciones dietéticas en la madre durante el embarazo,
por no haber demostrado efecto sobre la prevención de las enfermedades
alérgicas. Podría, además, suponer un déficit nutricional para la madre y
el feto.
Actualmente, las únicas recomendaciones con evidencia para ser indicadas son:
- Lactancia materna en los primeros 4-6 meses de vida.
- Introducción de sólidos a partir de los 6 meses, de manera progresiva, según las recomendaciones del pediatra.
Hasta que no haya mayores evidencias, los
médicos y alergólogos no deberían prescribir dietas estrictas a las
madres embarazadas y los lactantes.
Una vez que el diagnóstico de alergia a un
alimento ha sido realizado, el tratamiento indicado es la eliminación de
dicho alimento de la dieta.
El paciente y la familia, o los cuidadores en
el caso de los niños, deben ser educados en el cumplimiento correcto de
la dieta y en cómo evitar la toma inadvertida del alimento, aprendiendo a
leer los etiquetados e identificar los ingredientes. Asimismo, es
fundamental entrenar, tanto al paciente como a la familia, en el
reconocimiento de síntomas ante la ingestión inadvertida del alimento y
el tratamiento que deben seguir, sobre todo, los pacientes
anafilácticos, es decir, aquellos que presentan síntomas graves.
Es muy importante estar familiarizados con situaciones en las que el alimento puede contaminar
a otros a través de utensilios de cocina, batidoras, planchas e incluso
aceites. De la misma manera, se deben evitar situaciones de riesgo como
bufés, bollería, helados u otros alimentos no etiquetados. Hay que
tener presente que las fiestas y reuniones, o aquellas situaciones fuera
de lo habitual, son las de mayor peligro.
La mayoría de las reacciones en los
pacientes con alergia a alimentos se producen por la toma inadvertida, y
por tanto involuntaria, del alimento. Los síntomas suelen presentarse
en pocos minutos y, generalmente, en la primera hora, caracterizados
normalmente por prurito oro-faríngeo,
es decir, picor en la boca y en la garganta; aparición de habones (ronchas) que pueden localizarse en cualquier zona de la piel; y, si la reacción es importante, puede surgir una urticaria generalizada, acompañada en ocasiones de inflamación (angioedema), generalmente de labios o párpados. Después de los síntomas cutáneos, suelen desencadenarse, por orden de frecuencia, síntomas digestivos, respiratorios y cardiovasculares. Los alimentos son la primera causa de anafilaxia (reacción alérgica grave) y, en ocasiones, pueden producirse reacciones fatales.
es decir, picor en la boca y en la garganta; aparición de habones (ronchas) que pueden localizarse en cualquier zona de la piel; y, si la reacción es importante, puede surgir una urticaria generalizada, acompañada en ocasiones de inflamación (angioedema), generalmente de labios o párpados. Después de los síntomas cutáneos, suelen desencadenarse, por orden de frecuencia, síntomas digestivos, respiratorios y cardiovasculares. Los alimentos son la primera causa de anafilaxia (reacción alérgica grave) y, en ocasiones, pueden producirse reacciones fatales.
TABLA 1. Tratamiento de la alergia a alimentos
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1. Eliminación estricta de la dieta del alimento responsable
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2. Educación del paciente y su familia sobre las dietas de eliminación
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3. Reconocimiento de reacciones alérgicas y su gravedad
|
4. Tratamiento de los síntomas ante su ingestión accidental
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Todo paciente con historia de anafilaxia debe estar entrenado en
la autoadministración de adrenalina inyectable. (Créditos, F. 108)
la autoadministración de adrenalina inyectable. (Créditos, F. 108)
Cuando sobreviene una reacción alérgica, si
los síntomas son cutáneos, se debe tomar un antihistamínico y ver la
evolución. Cuando los síntomas son graves, fundamentalmente si se
acompañan de dificultad para tragar o respirar, el tratamiento es la
adrenalina.
Todo paciente con historia de anafilaxia debe
estar entrenado en la administración de adrenalina autoinyectable y
tenerla a mano. En nuestro país, los preparados comerciales disponibles
se llaman Altellus® o Jext®, de 0,15 para niños, y de 0,30 para niños
mayores y adultos. Es importante saber que, una vez administrada la
adrenalina, se debe acudir al servicio de Urgencias más cercano para que
el paciente sea evaluado.
La administración de corticoides puede ser
necesaria, pero es fundamental tener claro que la medicación urgente en
caso de anafilaxia es la adrenalina.
Los pacientes que padecen asma y aquellos con
alergia a alimentos asociados a reacciones graves, como cacahuetes,
frutos secos, mariscos y pescado, corren mayor riesgo y deben estar
instruidos de forma especial en la administración de adrenalina
autoinyectable.
Otro grupo de riesgo son los pacientes con
alergia persistente a la leche de vaca y al huevo; es decir, aquellos
que no han alcanzado tolerancia con el paso de los años. Estos
niños-adolescentes suelen presentar una sensibilización importante a
tales alimentos, y en muchos casos pueden sufrir reacciones
anafilácticas con mínimas cantidades.
En los años ochenta-noventa se utilizó un
principio activo llamado cromoglicato disódico, cuyo efecto era impedir
la liberación de los mediadores responsables de los síntomas alérgicos, y
se indicó fundamentalmente para niños con alergia a múltiples
alimentos, ya que el riesgo de reacciones en estos pacientes es mayor.
Sin embargo, no se obtuvieron los beneficios esperados y tampoco se
observó influencia alguna en la evolución más temprana a la tolerancia a
los alimentos.
Desde hace unos años, existe en el mercado un
anticuerpo monoclonal anti-IgE, llamado omalizumab, pensado para el asma
bronquial de causa alérgica. El mecanismo de acción es bloquear la
reacción mediada por IgE o inmunoglobulina E (la reacción alérgica más
frecuente) y, por tanto, los síntomas de alergia. Debido a que las
enfermedades alérgicas se asocian en muchas ocasiones, se ha observado
en estos años que los pacientes tratados con omalizumab para su asma
mejoraban de su alergia a los alimentos, en el sentido de que eran
capaces de tolerar alguna cantidad del alimento al que eran alérgicos, y
en ciertos casos conseguían una tolerancia completa. Lo que de momento
no conocemos es lo que va a ocurrir al suspender el omalizumab. Son
estudios que se están llevando a cabo en la actualidad, sobre todo en
niños y adolescentes.
Este tratamiento es inyectado de manera
subcutánea y se administra en el hospital cada 2-4 semanas, sin que por
el momento se pueda establecer durante cuánto tiempo.
En 1997, el grupo de Nelson, en Pensilvania
(Estados Unidos), publicó un trabajo realizado en 12 pacientes con
alergia al cacahuete, a los que se administró una vacuna de cacahuete en
inyecciones subcutáneas, con concentraciones progresivas del alérgeno,
al modo de las vacunas habituales utilizadas en el tratamiento de la
alergia a pólenes, ácaros, etc. Algunos de los pacientes lograron
aumentar la dosis umbral de tolerancia al cacahuete; sin embargo, dichas
vacunas produjeron numerosas reacciones, alguna de ellas graves, de
manera que no parecía un tratamiento válido.
Hay también en la literatura médica algunos
casos aislados de tratamiento con vacunas parenterales (pinchadas) con
otros alimentos como bacalao, en que también se consiguió aumentar la
dosis umbral, pero no la tolerancia completa del alimento.
En los últimos años se han ensayado vacunas
sublinguales con menores efectos adversos y mejores resultados. El grupo
de la Dra. Tabar, de Pamplona, ha publicado un estudio con extracto de
melocotón; y el grupo del Dr. Enrique, de Castellón, con un extracto de
avellana. En ambos estudios consiguen aumentar la dosis umbral de
tolerancia, y por tanto disminuir el riesgo de reacciones, pero no
parece que se haya conseguido la tolerancia completa del alimento.
Aunque estos estudios parecen prometedores, son necesarios más ensayos
clínicos antes de ser considerados como un posible tratamiento en la
clínica diaria.
Habitualmente, la alergia a alimentos como
la leche y el huevo en la infancia cuenta con un buen pronóstico, y si
se realiza una dieta correcta, se consigue la tolerancia en un tiempo
que suele oscilar entre 2 y 5 años. Pero en un 10-15% aproximadamente de
los pacientes, la alergia no se supera y son diagnosticados de alergia
persistente.
En estos pacientes se ha visto necesario
realizar algún tratamiento que modificara el curso de la enfermedad, ya
que la completa evitación de alimentos como la leche y el huevo es
difícil de llevar a cabo, y los accidentes que pueden ocurrir por tomas
inadvertidas, en muchos casos, producen síntomas graves.
Desde hace más de una década se han publicado en la literatura médica diversos trabajos de desensibilización con alimentos fundamentalmente con leche, pero es menor la experiencia con huevo y puntual con otros alimentos.
El tratamiento de desensibilización o inducción oral de tolerancia
consiste en la administración oral de pequeñas cantidades
progresivamente crecientes del alimento al que el paciente es alérgico,
de manera pautada, hasta alcanzar la tolerancia de una cantidad adecuada
para la edad del niño. Se considera, entonces, que el paciente ha
conseguido la tolerancia y puede introducir el alimento en la dieta con normalidad.
El éxito de este tratamiento con leche o huevo
oscila entre el 70-90%, dependiendo de los grupos, y sobre todo del
tipo de pacientes. Es importante señalar que, aunque el objetivo es
alcanzar la tolerancia completa del alimento, se pueden considerar
beneficiosos la tolerancia parcial o el aumento de la dosis umbral, ya
que en estos pacientes disminuye el riesgo de reacciones graves con
ingestas accidentales.
En el Hospital Materno-Infantil Gregorio
Marañón se inició este tratamiento a finales del año 2004. Hasta el
momento se ha aplicado en 110 pacientes alérgicos a la leche y en 55 con
alergia al huevo. Han conseguido la tolerancia del alimento el 92% en
el caso de la leche, y en el 94,5% en el caso del huevo. El tiempo medio
de duración del tratamiento fue de 17 semanas para la leche y 11
semanas para el huevo.
Es importante señalar la diferencia entre
niños y adultos, y dentro de la edad infantil, si se trata de lactantes o
de niños más mayores. También hay una gran diferencia entre los
pacientes con alergia a un grupo de alimentos, y aquellos con alergia a
múltiples alimentos.
En los adultos no suele haber problemas de
nutrición, en la mayoría de los casos, ya que su desarrollo físico se
completó hace tiempo y, además, suelen presentar alergia a un grupo
restringido de alimentos (frutos secos, marisco, pescado, etc.), cuya
eliminación de la dieta no conlleva habitualmente déficits
nutricionales.
En cuanto a los niños, sobre todo si padecen
alergia a múltiples alimentos, la situación es más complicada, ya que la
dieta será difícil de llevar a cabo y es necesario mantener un
desarrollo pondero-estatural adecuado (es decir, de peso y talla).
En los lactantes con alergia a la leche de
vaca no hay ningún problema, ya que se encuentran en el mercado fórmulas
hidrolizadas o fórmulas de soja con el aporte nutritivo adecuado para
su correcto desarrollo. Ser alérgico al huevo y retirar este alimento de
la dieta no conlleva tampoco problemas nutricionales.
La dificultad surge cuando el paciente es
alérgico a múltiples alimentos como leche de vaca, huevo, pescado,
legumbres; en estos pacientes la realización de una dieta correcta es
difícil y debe existir una coordinación entre el pediatra y el
alergólogo, y sería deseable el consejo de un especialista en nutrición.
Las asociaciones de pacientes cumplen en este
campo una importante función, ya que ofrecen a las familias de pacientes
alérgicos información y recetas alternativas que ayuden a que la dieta
del paciente con alergia a múltiples alimentos pueda ser variada y lo
más completa posible.
Si un paciente es alérgico a un alimento, ¿debe evitar todos los del mismo grupo o de la misma familia botánica?
Las tendencias han cambiado en la última
década, y en la actualidad se procura no indicar dietas de exclusión
amplias sin comprobar previamente que un alimento es responsable de la
clínica. No obstante, también depende del grupo de alimentos.
En el caso de las frutas, la alergia más
frecuente es al grupo de las rosáceas (manzana, pera, melocotón,
ciruela, cereza, etc.), pero lo habitual es tener alergia a una o dos y
tolerar las demás; por ello sólo se indicará eliminar la fruta que
produce sintomatología.
En el caso de las legumbres, las más
alergénicas son lenteja, garbanzo y guisante, y generalmente se toleran
las judías blancas y pintas. Pero también se puede ser alérgico sólo a
lentejas y tolerar el resto de legumbres, por lo que es importante, como
se comentaba anteriormente, comprobar la alergia clínica en la consulta
del especialista.
En el caso de los frutos secos, se puede
sufrir alergia a alguno o a varios y, como en el caso de las legumbres,
se debe comprobar con pruebas de exposición (pruebas de
provocación/tolerancia), salvo en los casos de síntomas claros y en los
de anafilaxia.
En los niños es muy importante el factor
educativo si queremos que sigan correctamente una dieta. La alergia a
frutos secos está apareciendo cada vez a edades más tempranas, cuando
los niños no son capaces de distinguir entre una avellana y un
cacahuete; por ello, se debe actuar con prudencia, y hasta una edad que
puede ser alrededor de los 6 años, según la capacidad del niño, se deben
evitar todos los frutos secos; posteriormente, se realizarán pruebas de
tolerancia para especificar los que puede o no puede comer.
Dada la alta prevalencia de la alergia a
alimentos en el momento actual, hay numerosas líneas de investigación
abiertas en este campo:
- Alimentos hipoalergénicos. Son alimentos en los que se reduce su capacidad alergénica por medio de intervenciones físicas o químicas, y por tanto, el riesgo de producir reacciones en los pacientes alérgicos. También puede conseguirse mediante modificaciones genéticas.
- Inmunoterapia. Además de lo comentado anteriormente, actualmente parece que las investigaciones se dirigen sobre todo a vacunas sublinguales, ya que ocasionan menor número de reacciones adversas. De la misma manera, se están desarrollando estudios en la alergia a vegetales (frutas, hortalizas) con objeto de poder modificarla a través de vacunas de pólenes o de alguno de sus componentes.
- Probióticos. Son suplementos microbacterianos vivos con efectos beneficiosos para la salud. Los más frecuentemente utilizados son los lactobacilos y las bifidobacterias, que son componentes normales de la microflora intestinal del hombre.
Aunque no se conoce el mecanismo de acción por
el que los probióticos ejercen su actividad antialérgica en los
humanos, hay estudios experimentales en modelos animales que informan
que pueden mejorar o disminuir la alergia a un determinado alimento; y
podría ser que el suplemento de los alimentos con probióticos fuera útil
en el tratamiento de la alergia a alimentos.
http://www.alergiafbbva.es/alergia-a-los-alimentos/29-tratamiento-de-la-alergia-a-alimentos/
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